viernes, 29 de julio de 2011

invitado especial 01 - El bloqueo del escritor con vagina.

Hoy, jueves 28 de julio de 2011, después de un mes de sufrir de golpe el cambio hormonal que implica el dejar de tomar anticonceptivos (Yasmin de Bayer, fuck yeah, benditas pastillas de los ángeles, ya estoy planeando ponerles un altar; babies, las amo), después de estar sumergida en algo parecido a la depresión y de caminar con botas de tractor sobre mi autoestima, vuelvo a escribir. Mi pareja, un escritor por demás inteligente y al cual admiro mucho, me dio ánimos diciéndome “tienes talento, no seas huevona”. Eso del talento no estoy segura, pero sí me queda claro que he sido una “huevona” y eso tiene que terminar. No me agrada la gente floja, así que si quiero comenzar a quererme un poco más, tengo que dejar de postergar y sabotear mis momentos de escritura.

Desde pequeña me gusta escribir. Desde que iba en tercero de primaria, siendo una niña capaz de garabatear algo más que “mi mamá me mima” y de seguir un dictado sin pensar mucho en cómo dibujar las letras, con cierto historial de lectura de cuentos cortos, de Mafalda y de Condorito, me inicié en el mundo de la escritura. Recuerdo que publiqué algunos cuentos (ilustrados, claro, con eso de que siempre me ha gustado dibujar) en un librito que salía cada cierto tiempo en la Facultad de Idiomas de la UABC. Sinceramente, no me quiero topar con esas publicaciones, que aunque sé que no se les puede culpar de ser malas dado el hecho de que no tenía más de ocho o nueve años cuando las escribí, yo las culparía por serlo. Me culpo en este momento por no ser capaz de escribir nada decente.

Siempre tengo episodios en los que me niego a escribir por sentirme una estúpida más, escribiendo estupideces cualquiera, pero el mes pasado, con mi descontrol hormonal, dije “no más”. Me sentí tan perdida, desubicada, inservible, incapaz de escribir nada bueno, que dije, fuck this, me retiro de estas mamadas. Y a pesar de que sé que estoy aprendiendo y que para lograr algo aceptable necesito de trabajo constante, simplemente no soporté odiar tanto cada palabra que escribía. En verdad me sentía mal escribiendo, me sentía tan idiota, tan avergonzada de mis letras, que simplemente las destruía (“delete” obvio, todo digital), al igual que destruyo mis dibujos y al igual que destruiría las notas de mi violín si se pudieran palpar.

Pero no sé, me siento con ganas de escribir, y de escribir mucho. Me gustan las letras; siento como si las palabras fueran parte de un rompecabezas, una ecuación, un acertijo para ser resuelto. Es emocionante crear frases, crear historias. Todo eso me encanta y ahora, en este preciso momento, quiero dedicarme a escribir. Quiero ser una verdadera escritora. Y ser escritora sin pensar en alguien con talento, sino como alguien que escribe constantemente, que se supera, que aprende. Esa quiero ser yo.

Me queda semana y media para que empiece con mi síndrome premenstrual y todo se vaya a la verga. Es lo malo de ser un escritor con vagina. Es lo malo de ser una escritora. Pero no importa, a aprovechar los pocos días de estabilidad que me quedan, hasta que decida, nuevamente, que escribir no es lo mío.

- Melissa Barradas

izkwzjr.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Te amo a la bestia (LLL). Eres un pinshe mujeron la neta, eres super talentosa en todo. Deberias de estar orgullosa de lo que acabas de publicar y de todas aquellas oraciones que has escrito, eres de las personas que en este año empece a admirar y lo seguire haciendo.
Te quiero mucho.
Andrea Varela (:

Anónimo dijo...

el comentario de arriba es para la autora de este blogs :P atte: la de arriba :B

Melissa Barradas dijo...

(L) para la de arriba :B
atte. la de más arriba :B

isaakotapia dijo...

porque a mi nadie me comenta así :C
jajajajajajajaja

Anónimo dijo...

porque los hombres vamos al grano y no usamos 5 parrafos para decir que tenemos problemas hormonales de una forma tan interesante. by tala

MemO dijo...

like comentario de arriba xD

Unknown dijo...

El chiste no es que te comenten mi buen, el chiste es que aprendan de tus experiencias.
Algún día en persona te lo agradeceran.