lunes, 16 de julio de 2018

bajo.

     No fui el típico niño que entrenaba karate o  fútbol, ni de los que le apasionara la tecnología o el aprender algún idioma. Nunca fui un niño talentoso y nunca busqué algo que me apasionara o me llamara la atención como para desarrollar un talento, quien sabe, pude haber sido el campeón mundial de taekwondo o el mayor campeón olímpico de clavados, pero nunca lo quise averiguar.

     Así fui durante toda mi niñez, hasta que a los 10 u 11 años, un amigo de mi familia me regaló un CD walkman. Me lo regaló sin discos, así que mi madre me dio uno que a ella le había regalado una farmacéutica por ser cliente, mi madre trabaja en un consultorio y a cada rato me daba lo que le regalaban las compañías de medicamentos. Por lo general nada me servia de mucho, pero ese disco lo escuché una y otra y otra vez. El disco era de música de los 60's, por lo general rock and roll o algo así que no entendía. Quedé fascinado. ¿Cómo es posible que hubieran pasado casi 40 años y no había conocido esa música? ¿Por qué no sonaba en la radio? ¿Qué pedo con Maná, por qué no suenan así?

     Al poco tiempo, mi madre me regaló otro disco de otra empresa farmacéutica. Era un disco totalmente diferente, música de orquesta, pero no música clásica, era, si bien recuerdo, como el soundtrack de una película (o sea, no, pero así lo imaginaba). Lo escuché tantas veces que en mi cabeza tenía escrita una escena para cada canción, todo era aventura, había violines, trompetas, era algo muy mágico.

     Entendí ahí que la música era lo que me apasionaba, con el primer disco tenía sentimientos de emoción, analizaba mucho los sonidos, las letras, las voces y con el segundo disco entendí que mi imaginación era muy buena y podía desarrollar lo que yo quisiera con solo pensarlo.

     Así que me decidí a tocar un instrumento, por alguna razón, el bajo eléctrico me llamaba mucho la atención, no quería ser un cliché y tocar la guitarra o la batería como los demás niños, además, que el bajo tiene dos cuerdas menos, así que supuse que sería más fácil.

     Fui con mi padre y emocionado le dije: "Papá, me interesa aprender a tocar el bajo eléctrico... ¿Crees que me pueda meter a clases para aprender?". Me miró y sonrió levemente: "Mijo, ¿ya viste tus dedos? Están bien cortitos y tu palma de la mano también, así no puedes tocarlo porque no vas a alcanzar los acordes... No tiene caso".

     Miré mis manos en ese instante y se veían mas pequeñas de lo habitual, como salchichitas, inútiles, no aptas para tocar ningún instrumento. Ni piano, ni guitarra, ni nada. "¡Wow! Tiene razón", pensé.

     No fue hasta 15 años después, en la que me animé a comprar un bajo y aprender a tocarlo por mi cuenta. Le había contado mi historia a una muchacha con la que salía en ese momento y me dijo: "Ni al caso, hay mucha gente con dedos cortos que toca el bajo... Vamos a comprarlo, yo te acompaño".

     Empecé a ver videos en YouTube para aprender, bajé aplicaciones y le dedicaba mínimo una hora diaria para aprender. Ella siempre me preguntaba por mi progreso y me alentaba a que continuara. Así era ella con todos mis proyectos. Decía que yo tenía el talento para todo y cuando me veía, su cara se iluminaba, como si yo fuera magia.

     La relación no funcionó y dejé de sentirme mágico. Dejé de tocar el bajo, ya nadie me alentaba a hacerlo, además de que la recordaba mucho y no quería hacerlo... Bueno, la verdad, es que mis dedos si estaban muy cortos.

-'isaakotapia.