domingo, 4 de noviembre de 2018

verdad.

     El alcohol en la sangre le hizo perder la vergüenza, así que llegó rápidamente a interrumpir nuestra plática y se sentó en las piernas de él, que estaba justo frente a mi. Volteó hacía mi y tiró una ligera sonrisa burlesca, esas sonrisas que tiras cuando sabes que vas a hacer que no debes, pero igual lo quieres hacer, como pensando: "Este es el momento perfecto para decirte lo que tengo que decir". Y lo hizo.

     "Te crees mucho, ¿verdad? Te la das de que eres una persona bien chila y divertida, te la juegas de que siempre estás feliz, pero no es cierto. Escondes lo que sientes dentro de ti o lo dices a las espaldas de todos. No sabes lo que quieres y ahí andas haciéndole daño a los demás. Por eso estás solo, porque sabes que no eres buena compañía, sabes que vales verga".

     "Hey, ¡cálmate!" -Le dijo él.
     "¿Qué? Es la verdad". -Contestó ella.
     "Perdón, ya anda peda". -Me dijo el, apenado.
     "Jaja, no te preocupes". -Dije yo, rápidamente.

     No sentí coraje ni tristeza. Sentí una incomodidad enorme dentro de mi. Mi estómago no dejaba de sentirse revuelto, me dio asco todo.

     Los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad.

-'isaakotapia.